La historia documenta la transformación de las naciones, el recorrido de los pueblos en formación de una identidad nacional propia, una de luchas y revoluciones constantes que conforman el trasfondo de lo que hoy llamamos democracia.
La antropóloga y profesora Ivette Chiclana Miranda opinó que la revolución implica el cambio de lo que ya no satisface a la gente, un aspecto humano que ocurre constantemente, aunque se ha connotado a nivel político.
El Grito de Lares fue un evento revolucionario que marcó la historia de Puerto Rico por tratarse de un intento independentista bajo el régimen colonial monárquico español que dictaba las relaciones sociales, culturales y económicas de los individuos en la isla. Tras diversos acercamientos diplomáticos como el de 1809 ante la junta revolucionaria española y la junta informativa de ultramar en 1866, un año después se conformó el Comité Revolucionario de Puerto Rico bajo la consigna “Patria, Justicia y Libertad”.
El grupo concibió dos posturas: algunos propusieron esperar mejores tiempos, y otros, entre ellos Ramón Emeterio Betances, propusieron conseguir la libertad, narró el profesor e historiador Francisco Moscoso McHenry. Ese año, 1867, Betances redactó los 10 mandamientos de los hombres libres que resume las exigencias que llevaron por décadas ante la metrópoli: la abolición de la esclavitud, derecho a votar todos los impuestos, libertad de culto, de palabra, de imprenta, de comercio, derecho de reunión, a portar armas, inviolabilidad del ciudadano y el derecho a elegir sus gobernantes.
El contexto del Grito está muy atado al periodo de tres siglos de diferenciación entre los criollos y los españoles, el desarrollo de una cultura insular que utilizaba palabras indígenas y africanas que resultó en la subordinación política de la nueva nación, explicó Moscoso McHenry.
En Lares inició el grito de la revolución el 23 de septiembre de 1868 principalmente como signo de protesta ante las condiciones laborales en que al menos 29,000 personas eran esclavos, y la mayoría de la población conformaba la clase de jornaleros sometidos al régimen de la libreta.
El informe al poder ejecutivo en España, el gobernador y general de la isla José Laureano Sanz documentó lo siguiente: “No puede menos de ser importante y trascendental el hecho de que individuos de todas las clases que componen esta sociedad tuvieran participación en la revolución radical que proclamaba la independencia de la isla […] No puede calcularse la extensión de aquellos porque, como queda probado, abortó y vino al mundo sin las condiciones necesarias de viabilidad”.
El Grito representa “esos siglos de formación, de plasmación de una nación que está buscando dotarse de su propia soberanía y, traído al presente, no hay más que revisar qué es lo que todavía no tenemos”, reflexionó Moscoso McHenry con una sonrisa en el rostro.
El Grito del 2019
Las manifestaciones del verano de 2019 se relacionan con el Grito de Lares de muchas maneras, una de ellas al caracterizarse como la respuesta al menosprecio a la vida de los puertorriqueños por parte del gobierno local.
El Grito continúa latente en la identidad nacional principalmente porque la isla permanece bajo la condición colonial en que la metrópoli estadounidense aún domina las relaciones comerciales entre otros aspectos sociales. Según la activista Claudia Santos Suárez, tanto la bandera de Lares como la bandera de Puerto Rico en luto, distinguida por el reemplazo de sus colores por negro y blanco, representan la fuerza y la necesidad del puertorriqueño de defenderse ante cualquier opresión que enfrente.
El estudiante de Educación en Historia Alex Rodríguez Joglar expresó que, la primera vez que vio la bandera de resistencia, no entendió su significado. “Pienso que este verano pude hacer la conexión: son símbolos que representan un momento que requiere un cambio trascendental, implica que hemos perdido de perspectiva ciertas cosas y es como si quisiéramos devolver ese color”, expresó.
La lucha que comenzó el 13 de julio y resultó en la renuncia de Ricardo Rosselló Nevares a la gobernación fue la consecuencia de la indignación que conmovió y movilizó a los isleños desde el archipiélago hasta las comunidades y universidades de Estados Unidos, España y otros países. Fue un evento que convergió en la consigna “Ricky, renuncia”, y que logró la unión multisectorial.
Rodríguez Joglar enfatizó en que lo determinante en la diversidad de modalidades en la lucha del verano fue que, independientemente de las diferencias políticas, hubo revolución desde el momento en que la gente comenzó a percibir la realidad de manera distinta.
Puerto Rico carga con una deuda de $72 mil millones, se enfrenta a una gran parte de la población que trabaja por $7.25, ha cerrado al menos 438 escuelas desde 2017, y aumenta la matrícula de la universidad pública. A través de la radio, periódico, televisión y redes sociales, la población ha sido partícipe o testigo de que los sectores estudiantiles, ambientalista, docente y no docente, feminista y queer han salido a la calle para luchar.
Las percepciones sobre lo que implica luchar hoy son diversas, varían desde el espectro de clase, ideología política, área geográfica en la propia isla y el desempeño laboral, pero estos elementos no impiden la percepción de las condiciones que se enfrentan hoy al salir a la calle a manifestarse.
Santos Suárez, también estudiante de Literatura Comparada, consideró que “en Puerto Rico se han hecho esfuerzos por criminalizar y desprestigiar la lucha, hacerla ver que no funciona. Es bien complicado, es difícil convencer a la gente de que (manifestarse) funciona cuando hay esfuerzos simultáneos en tu contra”.
Por su parte, el estudiante de Economía e Historia Fernando Jiménez Rivera opinó que “protestar está bien, el problema en Puerto Rico es que los partidarios de izquierda liberal se apropian del concepto revolución cuando eso no es de ellos, sino de todos. Se ha prostituido para ese sector causando que la gente sea antipática con ese concepto”.
La fragmentación de reclamos es un problema para lograr cambios sistemáticos porque implica la división de lo que naturalmente está unido, enfatizó el profesor Moscoso McHenry. “Todos los reclamos de todo tipo son una lucha por una sociedad justa, democrática y tolerante. Si cada sector la lleva por separado, así de débil es”, añadió.
Ante estos pensamientos, durante el verano del 2019 más de medio millón de puertorriqueños se unieron en la calle y desde las pantallas de transmisión televisiva y mediática lograron la renuncia de un gobernador.
“Es muy importante reconocer que, al nacer, somos libres, nuestros derechos no los fundamenta un gobierno, sino nuestra naturaleza. Es pensar que no se debe violentar el derecho a la libertad de los individuos”, reconoció el estudiante Jiménez Rivera al reflexionar sobre los 10 mandamientos de los hombres libres del independentismo clásico.
Entre los elementos que permitieron el éxito del grito que dio el pueblo en el 2019 fueron la unión, el conocimiento, la organización y los recursos, más reconocimiento de que hay más de una manera para luchar, comentó la estudiante de Lenguas y Periodismo Dalila Olmo López.
Los días pasan y la historia continúa transformándose desde las manos laboriosas de la clase obrera que habita las costas, valles y montañas de este archipiélago, poco a poco, luego de más de 100 años del Grito, Puerto Rico continúa optando por la patria, la libertad y la justicia.
Editora: Marisol N. Nazario Bonilla