Por: Clifford E. Hourston Morales
Es evidente que la voz, la presión y la indignación de la gente pudo lograr lo que algunos pensábamos inimaginable. La renuncia del undécimo gobernador de Puerto Rico ha traído una alegría que debe ser eterna.
Eterna porque muestra cómo la gente, cada vez, es más exigente y contundente contra los que fallan en el proceso político. Ha sido increíble ver cómo nos unimos, artistas y personas de distintas ideologías, con diferentes objetivos para lograr un bien común.
El día de ayer será histórico al igual que muchos eventos ocurridos, en la misma fecha, como la invasión estadounidense y el día de la Constitución del ELA.
Ayer también fue el día, no de la renuncia del primer mandatario, sino el día en que crecimos como pueblo, como hermanos, como personas comprometidas con su país.
Ahora, los muertos del huracán podrán descansar en paz. Se hizo justicia para los que la merecían, para los que la necesitaban. De ahora en adelante Puerto Rico será distinto, y les recuerdo a los políticos que trabajen por el bien común y no de unos pocos para que guisen contratos en las agencias, para que cabildeen en contra de medidas que puedan triunfar con las necesidades de la gente.
Es triste ver cómo algo, que se pudo haber evitado, toma el desenlace con la renuncia de la persona que se supone representar a los más de 3.3 millones de habitantes, los defendiera y, sobre todo, los protegiera con su vida, porque para eso fue elegido. Recuerden que ustedes fueron “electos” para trabajar por el país. No para vivir de las necesidades que tiene su gente.
“Ellos son más y no tienen miedo”, ellos ya crecieron.
Editado por: Melanie Paola Franco Marrero
Las expresiones vertidas en este escrito no necesariamente representan el sentir de Pulso Estudiantil.