Durante los últimos 60 años, los suelos puertorriqueños se han empobrecido progresivamente y con mayor frecuencia.
Las causas primordiales para este fenómeno, además de la intensificación de la agricultura no sustentable, son la construcción de edificios en zonas cercanas a la costa y los eventos meteorológicos extremos que provocan la erosión de los suelos en Puerto Rico, según destacó el geomorfólogo José Emanuelli a La Perla del Sur.
En respuesta a esta circunstancia, grupos de estudiantes y profesionales en el campo de la agroecología han acudido a la agricultura sostenible para promover ecosistemas saludables.
“Con la agroecología se llevan a reducir y más adelante a erradicar todo tipo de agroquímicos como lo son pesticidas, herbicidas y abonos sintéticos”, según Naomi P. Candelaria Morales egresada de la Universidad de Puerto Rico (UPR) en Utuado, ya que a través de la mencionada práctica agrícola puede facilitarse la recuperación y el mantenimiento de la salubridad del suelo.
Candelaria Morales, estudiante del bachillerato en Artes en Agricultura Sustentable, consideró que, con el fin de preservar el recurso del suelo, la agroecología se puede denominar como sostenible, no solo para el campesinado, sino también, para la economía, el ambiente y la sociedad.
La agricultura sustentable protege los recursos naturales debido a que propicia la biodiversidad de animales y plantas mediante la conservación de especies nativas que, a su vez, brinda refugio para animales polinizadores que contribuyen a erradicar pesticidas.
Por otro lado, las prácticas de recolección de lluvia preservan los cuerpos de agua y minimizan el impacto económico para los agricultores. Incluso, el desarrollo de bancos de semillas promueve la seguridad alimentaria y sustentabilidad, lo que desliga la dependencia a insumos externos, vulnerables a impactos ambientales.
“Conservamos también el aire, ya que a través de equipo liviano, eléctrico o tracción animal, disminuimos el uso de petróleo que añade a los gases de efectos invernaderos, y mediante la producción de gas con origen orgánico, por residuos de plantas o estiércol animal, utilizando por ejemplo biodigestores, puedes suplementar costos de energía, minimizando el uso de energía no renovable”, añadió.
Sin embargo, la estudiante graduada advirtió sobre el manejo de terrenos por compañías externas que no cultivan para beneficio del sistema alimentario puertorriqueño.
“Esta agricultura se hace por beneficio económico, nuestros recursos no están siendo salvaguardados y continúan en depresión. Si el gobierno asignara estos recursos, beneficios y subvención de fondos a nuestros agricultores y empresas locales te aseguro que el porcentaje de producción local de alimentos llegaría a más de un 50-60 por ciento y hasta un 30 por ciento en exportación como suplemento a la economía nacional”, apuntó Candelaria Morales
Por su parte, Edgar J. Pérez Torres, otro egresado del programa subgraduado en Agricultura Sustentable de la UPR en Utuado destacó la importancia de las prácticas agrícolas al considerarlas como “la clave para controlar la contaminación del suelo, si se lleva a cabo de forma correcta y sustentable con el medioambiente”.
A su vez, señaló que los agricultores puertorriqueños deben cambiar las técnicas antiguas de agricultura y reinventarse para “darle mejor trato a los suelos, y, definitivamente, a los empleados quienes son los que mantienen y procesan esos alimentos”.
Pérez Torres agregó que el gobierno “tiene la mayor participación”, pues debido al estatus colonial de la isla, “no nos permiten competir contra productos de otros países y grandes corporaciones” que tienen un menor precio en sus productos, lo que limita el crecimiento de los productos locales, ya que son más costosos al igual que la exportación.
Proyectos agroecológicos para fomentar la soberanía alimentaria
La fundadora de Huerta Libre, un proyecto agroecológico familiar que surgió en el 2018, resaltó la importancia de la soberanía y la seguridad alimentaria.
“Es bien importante que como mujeres queer, pobres y sin acceso a muchos recursos, podamos tener acceso a alimentos saludables y agroecológicos que nos de seguridad”, dijo Camil Valentín Arce en una entrevista con Pulso Estudiantil.
Valentín Arce señaló su iniciativa como “revolucionaria” porque le brinda a las personas pobres «herramientas para costear un alimento que no está hecho para nosotras” dentro de los parámetros de pobreza que viven en Puerto Rico.
Asimismo, su intención con Huerta Libre es integrar a la comunidad para que las cosechas “vayan a parar a las áreas aledañas y no a espacios de privilegios”, ya que el huerto queda ubicado en un barrio pobre de clase media, al lado de un residencial en Aguadilla.
Según Valentín Arce, es importante incentivar económicamente y priorizar la agroecología, junto con las prácticas sustentables que fomenta. Así como también, distribuir terrenos a las personas comprometidas con proyectos locales, a fin de reclamar parte de las mejores tierras del país que son ocupadas por empresas multinacionales en Puerto Rico.
“Ahora mismo, aquí en Puerto Rico hay cientos de microproyectos agroecológicos, y de distintas facetas que están comprometidos con el medioambiente. Creo que, obviamente, hay que instar los movimientos y las instituciones que fomentan la agricultura”, indicó la fundadora. A la vez, reconoce que es uno de los mayores retos “por los que muchos jóvenes y personas desisten de la agricultura”.
Del mismo modo, Karmen Rebecca Rosa Encarnación una integrante de Huerta Semilla, proyecto que surgió en el recinto riopedrense de la UPR después de la huelga universitaria del 2010, expresó que para lograr una mayor conservación de los suelos, debe considerarse como una prioridad.
Según Rosa Encarnación, el mayor obstáculo es la falta de apoyo y reconocimiento por las instituciones. “Siento que la historia sería bien distinta si, por ejemplo, desde la universidad hubieran unos currículos que abordaran estos temas. Creo que nuestras vidas serían sustancialmente distintas y seríamos un ejército rural de gente construyendo la soberanía alimentaria de Puerto Rico”, aseguró.
Además, sostuvo que “por lo menos dentro del archipiélago, quizá las razones por las que ese número no incrementa, pues son razones bien políticas, en el sentido de que en Puerto Rico bien poca gente tiene acceso a tierras. No hay los mismos incentivos para las personas que trabajan la tierra aquí, como lo hay para las personas que vienen de afuera” aludiendo al porcentaje de producción local de alimentos que actualmente se sitúa en un 18.8 por ciento.
“La única manera de que ese número pueda incrementar, va atada a que haya una concientización de la agricultura en general, no tan solo de la agroecología, sino de que las personas valoricen el trabajo de la tierra, como valorizarían cualquier otra disciplina”, subrayó la miembro del huerto comunitario para acentuar la estimación del trabajo que hacen los agricultores.
Legislación para conservar los suelos e impulsar la producción agraria del archipiélago
En Puerto Rico, los mejores suelos agrícolas se encuentran en la región geomorfológica conocida como kárstica del norte, pero han sido desaprovechados y totalmente perdidos por las construcciones desmedidas en los últimos 60 años.
Para poder impulsar el desarrollo agrícola, es necesaria la implementación de una legislación que proteja a los pequeños agricultores nacionales además de brindarles un programa de financiamiento que les ayude en las primeras etapas de las producciones agrícolas, mientras se protegen los recursos naturales, según Miguel A. Sánchez Celada profesor del Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico (UPR) y licenciado en geografía.
“Creo que se impone un replanteo de la industria agrícola local, un inventario de los recursos existentes en el país, para levantar esa industria y, por supuesto, una inyección de dinero importante para acometer esta empresa. Pero, sobre todo, una voluntad política para que esto sea posible”, indicó Sánchez Celada.
El licenciado en geografía también expresó que Puerto Rico es capaz de reactivar la industria agrícola local, ya que es una necesidad del país y del gobierno de Puerto Rico incentivar la empresa agraria, pues se trata de “un problema de supervivencia”.
Asimismo, destacó que la agricultura no solo se basa en el cultivo, sino que también la ganadería también pertenece a esa rama económica. Por lo que, aunque existan medidas de prevención para no agotar o degradar determinados suelos, todo dependerá del tipo de ganado, la fuerza laboral, el clima o de la situación geográfica en que se emprenda la actividad.
Según Sánchez Celada, antes de que se acuñara el término de sustentabilidad, los agricultores hacían rotaciones de los cultivos para reponer nutrientes de los suelos ¨al utilizar la técnica de barbecho dejando reposar las parcelas para que, de forma natural, se regenerara la capa vegetal”.
“La agricultura sustentable tampoco es una fórmula única para la siembra y los suelos, es un sistema de producción que puede mantener su capacidad de producción a largo plazo”, añadió el profesor.