Por: Sebastián Meléndez Ortega / MPFM
“La filosofía es mi kryptonita”, es algo que me dijeron cuando comenté que estudiaba Filosofía. Entonces, me pregunto: ¿cuál es el miedo con la filosofía? A mí siempre me ha gustado el pensar y el llamado filosofar, por ende, cuando me tocó seleccionar qué quería estudiar, era obvio para mí tomar un bachillerato en Filosofía. Lo hice sin pensar dos veces, pero eso no quiere decir que todos me apoyaron o se sintieran satisfechos con una decisión que fue únicamente mía. Recuerdo que, cuando llegaron las notificaciones de aceptación al bachillerato y dije que logré ingresar a la IUPI para estudiar filosofía, podía ver cómo las caras de las personas cambiaban; seguían sonrientes, pero con una mirada extraña que siempre preguntaban: “¿por qué filosofía?”. Algunos llegaron a preguntarme de que si estaba seguro, y hasta me dijeron: “Te vas a morir de hambre”, yo siempre lo tomaba a chiste y, en general, la conversación acababa rápidamente después de esos comentarios.
A mi entender, esos comentarios, entre otros que he escuchado, siempre terminan siendo que las personas no tienen un entendimiento, y le tienen hasta un poquito de miedo cuando hablamos de filosofía. Siempre imaginamos al filósofo como este hombre viejo, barbudo, que habla incoherencias, y es un muerto de hambre. Cuando estamos entre amigos y uno dice un pensamiento abstracto es el que “está loco”, y le decimos que deje de pensar o filosofar. Claramente, esto va a un miedo mayor del intelectualismo, y de eso podemos hablar otro día, pero el punto claro aquí es que no estamos acostumbrados a pensar en abstracto sobre un problema.
A los estudiantes de Humanidades, en la IUPI, se les requiere que tomen seis créditos en Filosofía, por ende, las clases siempre se llenan. Sin embargo, con los que he hablado, aunque tomen las clases, le siguen teniendo miedo al asunto. Algunos me dicen que es porque no entienden a los autores, otros dicen que la filosofía no es para ellos, y otros, los cuales yo pienso que son los más pecadores me preguntan: “¿por qué?’. Ese último comentario siempre va seguido de esa materia, no importa, porque no es aplicable y no contribuye al mundo como otras materias lo hacen. El problema es que hacen una valoración capitalista, la cual nunca debería tener espacio en cuestiones del valor de una materia.
Pero los que dicen eso y aquellos que tienen pensares parecidos obvian lo importante de la filosofía, que es la comprensión de todo, pero, principalmente, de uno mismo. Aunque uno no lo sepa, todos filosofamos alguna vez en nuestras vidas, y encuentro eso, de alguna manera, bello, pero a lo que voy es que como Albert Camus en El Mito de Sísifo explica que, aunque vivimos la vida cotidiana al siempre mismo ritmo porque es generalmente lo más fácil y claramente sin pensarlo, algún día llegamos a la pregunta primordial “¿por qué?”, y es así como podemos acabar con lo mecánico de lo cotidiano. Y es por esto mismo que Sócrates, posiblemente, alguna vez, dijo: “La vida no examinada no vale la pena vivir”.
En fin, el problema sigue siendo el mismo: ¿por qué le tienen miedo a la filosofía? Ya voy para mi tercer año como estudiante de Filosofía, y siempre que en mis clases de filosofía los profesores preguntan quiénes son del departamento, solo alzan la mano dos o tres, lo más que he visto en una clase fueron cinco. Claramente, el departamento es pequeño, y existen veces que siento que, cada vez, se vuelve más pequeño. Sin embargo, siempre me siento mejor cuando logro hablar de filosofía con estudiantes de escuela superior, y muestran interés, y aunque sé que la filosofía no será parte de sus estudios principales, me conformo con saber que ya probablemente no cuentan con los estereotipos previamente mencionados, y que le cogieron un poco de gusto al asunto. Al final del día, sigo como Sísifo alguna vez lo hizo, cada día levantando la piedra.
Las expresiones vertidas en este escrito no necesariamente representan el sentir de Pulso Estudiantil.